jueves, 25 de mayo de 2017

Compartimos la nota que nos hicieron previa a la marcha mundial contra monsanto.

Crímenes de guerra, malformaciones, daños a la salud y el ambiente, prácticas deshonestas y engañosasecocidio. Hace tan sólo un mes, un tribunal ético que sesionó en La Haya condenó a Monsanto por una cantidad de delitos que incomoda de solo escucharlos.
Sin bien el fallo no tuvo consecuencias legales inmediatas ya que proviene de un “Tribunal de opinión”, contribuyó a la condena social, ética y moral de una empresa que se desvive por mostrarse “comprometida  con la agricultura sustentable” y con “mejorar la calidad de vida” y que para ello no escatima recursos que van desde dinero hasta la persecución lisa y llana.
Los resultados son tan obvios que sorprenden. Esta misma semana, donde el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) reconoció a regañadientes que el 60% de las frutas y verduras contienen agrotóxicos que no se pueden lavar, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) prohibió la utilización de esa palabra.
“En las comunicaciones de los profesionales, así como en los materiales impresos, virtuales, o en cualquier otro tipo de comunicación institucional correspondiente al INTA (…) deberá practicarse una abstención irrestricta del empleo del término ‘agrotóxico’. Se debe emplear ‘productos fitosanitarios’ o ‘agroquímicos’ en vez de ‘agrotóxicos’ o cualquier otra referencia que implique un posicionamiento sobre estos productos que no se corresponde con decisión institucional alguna”, deja en claro la orden interna firmada por el ingeniero agrónomo Hernán J. Trebino.
En este contexto, donde la disputa simbólica se vuelve tan necesaria como la lucha concreta, un grupo de artistas editó el disco Música contra Monsanto, un compilado que reúne canciones de Manu Chao, Sara Hebe, Pil y Los Violadores de la Ley, Rodiyon MC, Protestango, y otros músicos de diversos géneros a quienes une el espanto hacia esta empresa y sus prácticas.
La iniciativa surgió en medio de las necesidades concretas que demandaba el histórico bloqueo a la planta que Monsanto quiso instalar en el barrio Malvinas Argentinas en Córdoba pero con el tiempo amplió su horizonte, aunque manteniendo la finalidad original: difundir la problemática de la agro-industria tóxica por un lado, y potenciar las posibilidades de financiamiento de las luchas para ayudarlas de manera directa.
“Esto significa que tanto espacios de huertas agroecológicas y proyectos permaculturales, madres y médicos de barrios fumigados, y grupos de activistas que realizan acciones directas en los lugares de conflicto y que enfrenten a este gigante asesino que no es otro que el modelo de la agricultura tóxica, pueden pedirnos los discos para difundir la problemática desde la música, venderlos con el objetivo de cubrir necesidades inmediatas, hacer trueques o regalos que generen lazos en el telar humano que defiende la vida”, explican en el disco.
La propuesta de los músicos incluye ponerse a disposición de quienes quieran realizar jornadas, espectáculos, charlas educativas o cualquier actividad que apunte a concientizar a la población sobre el peligro que conllevan los agrotóxicos.
“Una de las mejores formas de hacer llegar la variedad, complejidad y profundidad de la problemática es a través de la música”, reflexiona Rodiyon MC, cantante y principal impulsor del proyecto para quien, “al ser un tema tan doloroso, es necesario agregarle el condimento musical, para que la rabia se transforme en lucha y no en desesperación”.
La inminente salida de un segundo volumen del compilado y la convocatoria abierta para un tercero muestran que Monsanto y sus prácticas depredadoras han servido de musa inspiradora para un kilométrico número de artistas que, lejos de seguir indicaciones como la del INTA, eligen hablar sin eufemismos, con la palabra justa y con la denuncia como bandera.
Alejandro Volkind

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